Se acaba el horario de Dios; el horario de nuestros abuelos.

Atardecer en la Riviera Nayarita, México. Foto Raúl García Ledezma.

Este próximo domingo 6 de abril, nos levantaremos con una hora de diferencia en nuestras actividades habituales. Otra vez como cada año, somos obligados a vivir con el controvertido horario que empieza en “primavera, transita por toda la época de verano y termina en otoño”.
Siete meses de doce, mas de la mitad del año, nuestra vida transcurre en un tiempo ilógico gracias al falso argumento del ahorro de energía y engañándonos con infundados razonamientos ecológicos.
Estudios serios han manifestado que no hay tal ahorro de energía, más aún, se ha  demostrado que al poner en marcha este sistema existe un pico de consumo en la energía eléctrica además de causar molestias en bebes, mascotas y afectar terriblemente con problemas biológicos a los seres humanos que viven más cerca del ecuador, como es el caso de México.
En un estudio de la Universidad de Colorado, publicado el 30 de marzo 2014 en el periódico La Jornada, nos dice que “El primer lunes de horario de verano aumenta 25% el riesgo de paro cardiaco.”
Nuestras autoridades como siempre, nos ocultan la verdad. Desde que empezó a aplicarse el horario de verano en 1996 se buscaba evitar el desfase en las operaciones financieras que se tienen con los socios del tratado de libre comercio Canadá y Estados Unidos y así evitar desordenes de muchas actividades entre los tres países, horarios de bolsa de valores, vuelos aéreos, transacciones internacionales, etc.  Esta es la realidad y por esta causa los habitantes de un país como México que tiene perfectamente definidos sus actividades en concordancia con los ciclos solares, tendrá que acatar las medidas de los socios comerciales ya ni siquiera de nuestros gobernantes.

Así que, a partir del próximo lunes 7 de abril,  si te levantabas a las 6 de la mañana, lo primero que debes hacer es encender la luz para poder ver tus pantuflas y no olvides cuidar tu corazón. (Rgl)

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