Transitar un DUELO no es cualquier cosa. Cuando pierdes a un ser querido, cercano, entrañable, entonces empiezas a saber el verdadero significado de esto, antes NO.
A. Zitarroza (cantautor Uruguayo)
Desde que nacemos, tejemos un cúmulo de experiencias: algunas dichosas, otras amargas. Todas se alojan en nuestra memoria. Las felices nos arrancan una sonrisa sincera, mientras que las otras —aquellas que quisiéramos no haber vivido— también persisten, silenciosas pero arraigadas .
A lo largo de nuestra vida, la pérdida de los seres queridos siempre graba su marca. Con el tiempo, notamos que quienes nos son más cercanos comienzan a despedirse . Así, uno a uno, más seres amados parten, y con la vejez a cuestas, las ausencias se sienten cada vez más profundas. Cada partida deja un dolor que, aunque cuerdo, se transforma en una cicatriz: un recuerdo amable de aquellos a quienes amamos. Algunas heridas son más honda y tardan más en cerrar.
A lo largo del camino, coleccionamos esas cicatrices. Nos acompañarán por siempre, pues cada una representa a un ser querido que se ha ido y que vivirá en nuestra memoria por el resto de nuestros días.
De mis ocho hermanos, uno no podrá asistir al funeral de los otros siete, y el último no será acompañado por ninguno de nosotros. Lo mismo sucederá con nuestra compañera de vida. Triste, pero así será.